Escrito por:
Ángela Sánchez ortega
Country Manager LBD
Educational Business Group
Como mamá o Papá siempre buscas lo mejor para tu hijo, deseas pueda tener una
vida fácil, esperas sea hábil para resolver las dificultades que va a enfrentar en su
vida cuando sea grande, por supuesto sueñas con que sea exitoso pero sobre todo
feliz y sucede que siempre ves a tu hijo como tu pequeño porque sientes que así lo
podrás defender del mundo entero; no obstante, aunque impensable pero real,
estos profundos deseos de bienestar pueden causar un efecto contrario en la vida
de tu hijo, pero ¿Cómo es esto posible? es posible porque cuando evitamos a
nuestros hijos experiencias propias de su crecimiento, pensando en que le hacemos
un bien porque aún no puede, es muy pequeño o no quiero que viva lo que yo he
vivido, le evitamos adquirir capacidades para aprender a vivir; por eso te invitamos
a reflexionar sobre herramientas que te permitan saber que tanto motivarle a
explorar y cuando limitarle sus interacciones.
En consecuencia hablemos de la sobreprotección, una forma de relacionarnos
con nuestros hijos causada en algunos casos por miedos propios, en otros por
nuestro deseo de que no tengan ningún tipo de experiencia negativa o en muchas
ocasiones porque subestimamos sus capacidades y creemos no van a poder
resolver alguna situación que se les presente; cabe señalar que normalmente un
hijo criado bajo este estilo, suele ser un adulto temeroso, que ha heredado los
miedos de sus padres y que suele obviar compromisos, responsabilidades o
situaciones complicadas ya que siente no tiene las facultades para poderlas
resolver; en síntesis todo lo opuesto a lo que deseamos para el futuro de nuestros
hijos; por esa razón si en algún momento sientes que eres un padre de familia
atemorizado te invitamos a reconocerte, a no juzgarte y a poner en práctica cuatro
actitudes fundamentales para acompañar a tu hijo y permitirle interactuar en
experiencias que desarrollen l máximo las potencialidades de tu hijo.
Primera actitud permítase acompañar a su hijo en experiencias y contextos que
usted conozca y que le ayuden a estar tranquilo, una vez su hijo interactúe evite
responder o actuar por él, confíe en lo que es capaz y sorpréndase con las
habilidades que tiene, segunda actitud motive a su hijo a explorar, si por algún
motivo usted evidencia que él prefiere no reconocer un nuevo espacio, no
interactuar con personas diferentes a su núcleo familiar más cercano, no tocar, no
observar, es muy importante que usted genere curiosidad y le muestre diferentes
formas para poderse jugar e interactuar tanto con las personas como los elementos
de su entorno; tercera actitud encuadre, esto consiste en poner límites, normas y
consecuencias tanto para su cumplimiento como para su evasión, hola la
confianza de su hijo va a depender de conocimiento que tenga en cuanto a qué
puede hacer y qué no puede ser; él empezará a valorar y a tomar decisiones de
acuerdo a los límites que usted le ha dado por eso es muy importante que le enseñe
porque es importante hacer o dejar de hacer, el mejor trabajo de un padre está
hecho cuando su hijo actúa autónomamente; por último y no menos importante
reconozca los logros de su hijo; un niño que confía en sí mismo y en sus capacidades
es un niño que se protege pero también es un niño capaz de transformar su entorno.
Sin duda alguna no es fácil incorporar estas cuatro actitudes en el rol de padres,
No obstante no es imposible, recuerde que las experiencias que viva su hijo serán
las que le permitirán construir capacidades, actitudes y potencialidades para su
futuro; si sus experiencias están basadas en las sobreprotección y en el temor sus
habilidades serán de este tipo, pero, si sus experiencias se fundamentan en la
motivación por descubrir, el valor por hacer las cosas bien y tomar valiosas
decisiones; sus habilidades para el resto de la vida serán de confianza y motivación.